TEMA  4. DISCERNIMIENTO DE CARISMAS

y

EL CARISMA DE DISCERNIMIENTO

(19 de Enero 2015)

“Los Carismas con discernimiento son preciosos y de gran provecho; sin discernimiento, más bien perjudican”

El Concilio Vaticano II nos invita a tener un adecuado equilibrio ante los Carismas, es decir, evitar la su búsqueda excesiva, haciéndolos un fin en sí mismos, y evitar también su desprecio. Se consideran medios eficaces para la construcción de la Iglesia, en la unidad y en el amor (1 Cor 12, 4-6), así como poderosos auxiliares en la evangelización. Usados de manera correcta pueden ser también medios de santificación personal.

El Concilio anima a pedir los Carismas, en línea con el consejo de Pablo: “aspirad a los dones del Espíritu” (1 Cor 12, 31; 14, 1 y 12), pero subordinándolos y orientándolos a los frutos de Espíritu, y especialmente a la caridad (1 Cor 13).

La disposición sencilla y humilde para ser discernidos por parte de la comunidad cristiana en los carismas es un punto clave (1 Tes 5, 12 y 19-20). El ejercicio de los Carismas se realiza públicamente y en comunidad, y ese el principal momento de discernimiento. Los responsables experimentados ejercerán este discernimiento, y acompañaran la formación de los hermanos.

Que el estilo de vida de la persona carismática sea cada vez más congruente con el ideal cristiano, es el principal medio de discernimiento.

Otro es la seriedad y responsabilidad con que se asume el carisma-regalo recibido (2 Tim 2, 15). Se buscará la formación, y se usará para la edificación de la Iglesia (Ef 4, 12-16).

En general los carismas deben ejercerse bajo la guía de los pastores. A ellos corresponde el discernimiento principalmente, con el deber de no apagar el Espíritu, sino examinar todo y quedarse con lo bueno (1 Tes 5, 12 y 19-21).

1.      Criterios generales para el discernimiento de Carismas.

·         Profesión de fe en el Señor Jesús (1 Cor 12, 3).

·         Que la vida divina crezca y se haga cada vez más plena en cada hombre (Ef 1, 2-12) a la manera de Jesús (Rom 8, 29).

·         La expresión de los Carismas respeta la libertad del hombre. Un verdadero Carisma no coacciona ni se impone a nuestra voluntad.

·         Si el Espíritu Santo es el que actúa, se verán crecer sus frutos (Caridad, Gozo, Paz, Paciencia,  Generosidad, Bondad, Benignidad, Mansedumbre, Modestia, Fidelidad, Templanza, Dominio de si mismo, Continencia, Castidad...). Esto nos sugiere que no se debe dar por buena de manera ligera cualquier manifestación aislada, sino que debemos dar tiempo a su maduración (Lc 6, 43-45).

·         La concordancia con el Magisterio de la Iglesia y la aceptación de la autoridad son de particular importancia porque testifican a un Dios de orden.

2.      El Carisma de Discernimiento de Espíritus.

“..a otros, palabra discernimientos de espíritus” (1Cor. 12,10)

Con la palabra de sabiduría y la palabra del conocimiento, el discernimiento de los espíritus pertenece al grupo de los dones de revelación sobrenatural. Se asocia con el don de Consejo.

La palabra discernimiento viene del griego “diacrisis”. Significa distinguir entre cosas contrarias.

El discernimiento de Espíritu es un don sobrenatural que nos ayuda a determinar si las inspiraciones o impulsos que experimentamos, provienen de Dios, del demonio o de nuestra imaginación.

Este carisma no tiene nada que ver con la crítica o las suposiciones mal fundadas. No debe confundirse con la capacidad natural de discernir más o menos justamente el estado interior o el carácter de una persona.

Este carisma permite decir sin un don es inspirado por Dios, por el hombre o por el diablo. También este carisma es el que hace posible discernir a los espíritus en los casos de posesión.

El hombre en el caminar de todos los días se encuentra bajo el influjo de las fuerzas contrarias:

·         Las del Espíritu de Dios que tratan de llevarlo a la verdad.

·    El espíritu del mal que trata de apartarlo del camino, para llevarlo al error. Trata siempre de conseguir sus fines por medio del engaño. “..Cuando dice la mentira, dice lo que le sale de dentro porque es mentiroso y padre de la mentira...” (Jn.8, 44b).

Pablo nos advierte que con frecuencia el espíritu del mal puede disfrazarse de ángel de luz. “Y nada tiene de extraño; que el mismo Satanás se disfrace de ángel de Luz” (2 Co. 11,14).

Las Escrituras dejan entender claramente que los malos espíritus pueden manifestarse en numerosos terrenos diferentes y causar serias desgracias. Los malos espíritus pueden ser causa de fiebre (Lucas 4, 39), de enfermedad (Mateo 8, 16), de impureza (Marcos 1, 23); pueden cegar a alguien (Mateo 12, 22), mudo (Mateo 9, 32) y sordo (Marcos 9, 25).

Algunos espíritus pueden estar en el origen de pecados tales como: la desobediencia, el orgullo, la ambición, la crítica, la rebeldía, la mentira, el robo, la pereza…

Carisma bíblico. Gracias a este don:

·    Pedro pudo reconocer al espíritu de maldad que habitaba en el corazón del nuevo bautizado llamado Simón (Hechos de los Apóstoles 8, 23).

·   Pablo lleno del Espíritu Santo, se dio cuenta del espíritu de astucia y fraude que habitaba en el mago Elimas (Hechos de los Apóstoles 13, 6-10).

·    Hechos de los Apóstoles 16, 16 nos habla de una sierva poseída por un espíritu de adivinación que le daba buenas ganancias a sus dueños. Este espíritu no pudo permanecer oculto cuando Pablo la encontró (Hechos de los Apóstoles 16, 16).

·      Igualmente, Jesús reconoció y desenmascaró los diferentes demonios que había tomado posesión del hombre de Gadara (Marcos 5) y de María Magdalena (Lucas 8, 2).

El don de discernimiento es particularmente necesario para los servidores de Dios, pues es de un gran valor en la cura de almas y la dirección de la Iglesia. La protege contra todo exceso y fanatismo, en una palabra contra toda manifestación que no viene del Espíritu de Dios. Añadamos también que todo hijo de Dios goza, al menos en cierta medida, de la capacidad de discernir los espíritus (ver Mateo 7, 15-23; 1Juan 4, 1-6; 2 Tesalonicenses 2, 9-10).

Es donde los carismas se manifiestan en donde el don de discernimiento es el más necesario, pues sabemos que los malos espíritus tienen también la capacidad de hacer milagros (Exodo 7, 12-22; 8, 3). Los errores y los excesos que se han podido dar en algunos movimientos e iglesias provienen casi todos de una falta de dones de discernimiento.