“El origen de los carismas es el Espíritu Santo. La finalidad es
el bien de la comunidad”
Según la Revelación y la Doctrina de la Iglesia, los
Carismas no son gracias para justificar o divinizar al hombre (como la Gracia
Santificante, los Dones o las Virtudes Teologales), sino que son para utilidad
común, para la construcción y crecimiento del amor fraterno. Lo que no quita,
que el que los recibe, también se beneficie y reconstruya gracias a ellos.
Precisamente, uno de los signos de que un carisma es auténtico y se usa bien,
es el crecimiento espiritual de la persona que lo posee.