viernes, 20 de febrero de 2015

TEMA  7. PROFECÍA
(23 de Febrero 2015)
  
“...otros reciben poder para comunicar mensajes recibidos de Dios.” (1Cor. 12,10b)

"Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán: vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán" (Hechos 2, 16-18)

El Carisma de Profecía como aparece en 1Cor. 12, 10 y capítulo 14, sería el poder especial que Dios concede a diferentes personas que participan del Cuerpo Místico de Cristo, para recibir y comunicar algún mensaje de Dios al grupo de oración, a una persona, a un grupo reducido, mediante una palabra, una frase, llena de amor de Dios.


a)      La profecía es una expresión inspirada por el Espíritu Santo, que interpreta la voluntad y el propósito de Dios. Pueden abarcar mensajes que hablen sobre el futuro, pero por lo general no es así.

b)      La profecía es siempre como el vehículo de una gracia divina que se derrama en los oyentes y les ayuda para: “su edificación, exhortación y consolación”. (1 Cor.14, 3)

c)      Para ser canales de profecía, Dios escoge normalmente a personas de auténtica vida cristiana, humildes y sencillas.

d)     La verdadera profecía debe estar de acuerdo con la Divina Revelación y el Magisterio de la Iglesia.

1.      Explicación de este carisma:

En el Antiguo Testamento ejercían este ministerio los llamados profetas, estos eran predicadores, videntes y con frecuencia, hacedores de milagros, por lo general distintos a los sacerdotes, aunque algún sacerdote también profetizó, como Ezequiel.

En el Nuevo Testamento siempre en sus enumeraciones de carismas y de servicios, los profetas están mencionados después de los Apóstoles. El mismo Pablo afirma que la profecía tiene como objetivo edificar, exhortar, dar consejo, coincide con lo que hoy llamaríamos “sermón”.

En un sentido general, la profecía sería el ministerio espiritual realizado por cualquier siervo del Señor.
Es importante señalar la diferencia entre el carisma y el ministerio de profecía. Aunque todos puedan profetizar, por haber recibido el Espíritu Santo, no todos son profetas. Sólo algunos son elegidos para ejercer este carisma como profetas.

El carisma de Profecía se otorga a la Iglesia, según el cumplimiento de la promesa del Antiguo Testamento: “Sucederá después de esto que yo derramaré mi Espíritu en toda carne. Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán”. Joel 3,1

Este carisma no está determinado a un grupo señalado de profetas, sino que es otorgado a toda la Iglesia: “Pues podéis profetizar todos por turno para que todos aprendan y sean exhortados” (1Cor. 14, 31).
Misión de la Profecía:
·         Edificar, exhortar y consolar. (1Cor. 14, 3)
·         Glorificar a Jesucristo. (Ap. 19, 10c)
·         Convencer. (1Cor. 14, 24-25)
·         Advertir. (Jr. 18, 7-8)
·         Denunciar y derribar. (Jr. 1,10)

Ejercicio de la Profecía
·         Este carisma puede ser ejercido por cualquier creyente, el Apóstol exhorta a pedirlo en 1 Cor. 14, 1 y 39.
·         El mismo Pablo nos da normas en cuanto al ejercicio de la profecía en 1 Cor. 14, 29.
·         En la Sagrada Escritura nos encontramos que el que profetiza puede recibir este don en forma de visión, como en Hch. 18, 9, en forma de sueños lo encontramos en Mt. 2,13, y tambien en forma de imagen o palabra.
·         Por lo general la palabra de profecía se produce dentro de un clima de oración y adoración. Así ocurrió en Hch. 13, 2.
·         En los grupos de oración, cuando el creyente vive una relación profunda de encuentro con el Señor, por medio de la Alabanza, se puede llegar a sentir en el propio corazón la presencia del Espíritu que impele a expresar un testimonio que viene del mismo Espíritu.
·         La Profecía puede estar arropada en un lenguaje bíblico o hacer referencia a la misma Sagrada Escritura.
·         La forma introductoria puede ser: “Yo el Señor.......”. “Así dice el Espíritu Santo....”. Una profecía puede ser: “Yo estoy con Uds., dice el Señor “.
·         El don de profecía debe buscarse y ejercerse siempre con la máxima humildad y disponibilidad hacia el Señor-
·         “El espíritu de profecía está sujeto al profeta” (1 Cor 14, 32).

Discernimiento de la Profecía
·         Pablo nos exhorta: ”No extingáis al Espíritu; no despreciéis la profecía; examinadlo todo y quedaos con lo bueno” (1 Tesalonicenses 5, 19-21)
·         La realidad nos enseña que la verdad está limitada por el error, y esto nos obliga a estar siempre atentos, frente a lo que de error o falsedad pueda darse en la profecía. Es la misma comunidad a quien debe ejercer el discernimiento, el Espíritu le concede este Don.
·         La Profecía es carisma gratuito del Espíritu, por eso no tiene otra finalidad que no sea la de glorificar a Cristo y la edificación de su Cuerpo Místico. Aquí está la gran diferencia con el adivino, espiritista, astrólogo, mago... que sólo busca su propio beneficio.
·         La auténtica profecía surge siempre del amor de Dios y transmite ese mismo amor. Por eso, toda profecía viene cargada de exhortación, de esperanza y de amor. El contenido del mensaje debe estar siempre en la línea de la enseñanza de la Iglesia y conforme a la Sagrada Escritura. Si no fuera así, estaríamos diciendo que el Espíritu se contradice.

Diferencias con la Sagrada Escritura
La profecía se diferencia de la S. E. en cuanto que la profecía es una palabra concreta para un grupo determinado, en un momento especial y pronunciada por una determinada persona. La Sagrada Escritura es para todos los cristianos de cualquier tiempo y lugar.

Conclusión
·         Se considera necesario revalorizar el carisma de profecía aunque soy consciente de que este carisma, sólo es posible ejercerlo hoy de forma sistemática, en grupos reducidos de oración que vivan una profunda espiritualidad.
·         No debemos restar valor a este carisma. El Apóstol sale al paso diciendo a los Tesalonicenses: “No despreciéis las profecías”. (1 Tes. 5, 20)
·         El camino y el ejemplo frente al carisma de profecía nos lo deja María: ir atesorando en lo profundo del corazón todas las palabras de profecía.

MAS PUNTOS DE REFLEXIÓN SOBRE LA “PROFECÍA”:

Siendo el Espíritu quien concede el don, es necesario dejarnos invadir por su presencia y pedirle que haga sentir en nosotros el Don, en bien de su cuerpo Místico, la Iglesia.

Todos los que participamos como miembros del Cuerpo de Cristo, somos depositarios del carisma de Profecía, porque todo miembro participa de Cristo como Cabeza. Por ello podemos hablar en nombre de Jesús. Algunos ejercen el ministerio de profecía en forma más concreta. “Pues podéis profetizar todos...” (1 Cor. 14, 31). Hoy debe hacerse realidad en cada cristiano este mandato del Apóstol. Sin duda necesitamos fortalecer nuestra fe, para sacar de la apatía espiritual, a muchas de nuestras comunidades agonizantes.

Quizás una de las preguntas que más nos interrogue hoy, son estas palabras: Profecía, Profeta: “Es profeta aquel que abre a la Iglesia las vías de la inteligencia de su futuro, el que sabe leer los “signos de los tiempos”, el que hace los gestos o crea instituciones llenas de promesas, dando un paso más allá de las ideas recibidas y de las estructuras vigentes. Estos hombres y mujeres “Proféticos” sólo se asemejan a los profetas de la Biblia en que abren y esclarecen la realización del designio de Dios en la historia”.

En un contexto corriente, la profecía podría concretarse así: “La profecía exhorta, aconseja, reconforta y corrige (...) La profecía puede limitarse a ser una simple palabra de estímulo, una amonestación, un anuncio o una orientación con miras a la acción”.

Pablo VI lo expresa así: “La Iglesia necesita un constante Pentecostés; necesita fuego en el corazón, palabras en su boca, profecía en sus ojos”. El mismo Pablo VI habló de un mundo nuevo, de una “coexistencia humana” que solo el Espíritu puede realizar y aquí se hace presente, para este mundo, la necesidad de signos, palabras, hechos concretos.

El único camino para unificar el mundo es Cristo, por medio del cual todo fue hecho. El es quien nos ha revelado a Dios y su plan de salvación, encaminado a hacer de todos los hombres un solo Pueblo “Que lo reconociera en la verdad y lo sirviera fielmente” retomando las palabras del Concilio.

Siempre queda el interrogante de cómo unificar esos hombres y hacer de ellos un solo pueblo, que puedan llegar a vivir el evangelio. Todo esto nos hace pensar que el signo profético que lleva impreso todo cristiano debe ser uno de los medios para llevar a buen fin el plan de salvación.

El profeta, ayuda, orienta, guía y es signo en la convivencia del evangelio, de tal forma que sin renunciar a lo que hay de verdad y de bueno en otras culturas, forme una gran familia.

Es aquí donde aparece la necesidad del profeta, de personas que muestren “cómo dirigir esos actos humanos” en un mundo que tiende a unificarse.

Si hay un tiempo donde se necesitan carismas, ese tiempo es el nuestro, si hay un tiempo que necesita profetas, éste es el tiempo más necesitado.

Conviene recordar que la profecía por lo general no trata de revelar un hecho futuro ni un secreto. La profecía suele interpretar lo que Dios inspira a una persona o grupo de personas que oran y por medio de ellas manifestar su amor, su cuidado; de ahí que la profecía, anima, orienta y nos guía por medio del Espíritu.

La profecía es uno de los carismas orientados a la Palabra (INSPIRACIÓN), junto con el carisma de lenguas y el de interpretación. Estos carismas los usa el Espíritu Santo para unir al pueblo de Dios con el Padre.

“Como descienden la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que dé simiente al sembrador y pan para comer, así será mi palabra, la que salga de mi boca, que no tornará a mí de vacío, sin que haya realizado su misión” (Is 55, 10-11)
El carisma de PROFECÍA es una acción de Dios por la que una persona en oración, comunica el mensaje de Dios a la comunidad. Raramente la profecía puede ser de índole que predice una situación que puede ocurrir: usualmente el mensaje se enfoca en una verdad ya conocida, que hace falta recordar en ese momento.

Las Profecías siempre se dan en 1ª. y 2ª. Persona. Cuando se comunica como profecía un mensaje en 3ª persona, no se está comunicando el pensamiento de Dios:
·         Cuando uno recibe el “Bautismo en el Espíritu Santo”, entrega su vida al Señor. Se renueva el - Bautismo que recibió siendo pequeño.
·         Cuando se habla u ora en lenguas, se le entrega la voz al Señor. En la Profecía se da un paso más, se le entrega al Señor la mente para decir sus pensamientos. La naturaleza del Amor es comunicación. Y Dios-Amor, quiere comunicarse, hablar a su pueblo. (1ª Sam. 3,10). Este expresar la voluntad, el pensamiento de Dios, es de forma inmediata.
·         Este carisma lo tenemos todos, pero para que se manifieste, hay que: desearlo, pedirlo y aceptarlo.
·         Sin excluir que pueda haber alguna profecía personal, generalmente es un don para los otros, para edificación de la Iglesia. 1ª Co. 14, 4. Y debe ser confirmado por medio de la Escritura, otras profecías, el magisterio de la Iglesia.
·         Como todos los demás dones, se usa libremente, uno puede decirlo o callarlo, siempre está bajo el control del profeta (el decirlo o no, no el recibirlo) 1ª Co. 14, 33. También como todos los demás, se usa con un orden.

San Pablo insiste: Procurad alcanzar ese amor, y aspiren también a los dones espirituales, sobre todo al de profecía, el que profetiza edifica a la comunidad. Así, que vosotros que ambicionáis tanto los dones espirituales, procurad abundar en aquellos que sirven para edificación de la comunidad (1Co. 14-12).

ORIENTACIONES PARA LA PROFECÍA

1. BUSCAR ANSIOSAMENTE EL AMOR por medio de la Profecía. Usar el don de profecía es compartir con el Grupo lo que Dios ha dado. Y compartir es amar. Por eso, el que tiene el don, ama ejerciéndolo; así como el que tiene el de enseñanza, ama enseñando.
2. COOPERAR CON SU AMOR. Según estamos dispuestos a recibir y compartir lo que el Señor está diciendo, estamos usando el don de Profecía, estamos cooperando con El y con su amor.
3. ESTAR ABIERTO a la acción de Dios. La acción de Dios es, que por medio de su Espíritu nos ayudemos unos a otros y que nuestra sinceridad permita a su acción y mensaje ir adelante.
4. CONOCER SOBRE LA UNCIÓN PARA LA PROFECÍA. Según dice la Escritura, (Hch. 2, 14-18), el día de Pentecostés fue ungido Pedro y ésta es su unción.
Hoy, como entonces, una unción es una sensación de la Presencia de Dios y una aceleración, un movimiento dentro de nuestro espíritu para decir un mensaje de Dios.
Puede presentarse como un hormigueo en los dedos, calor en el cuerpo o latidos rápidos en el corazón. A veces puede venir como una sensación de paz, una sensación del amor del Señor. Es como si el Señor dijera: “Pon atención ahora. Yo voy a hablar. Escucha.” Después de la unción, di lo que estás “oyendo”, no luches con ello, no lo examines: ¡dilo!
Al principio no te precipites, espera la unción. Con el tiempo dejarás de sentir esta unción, pero estarás preparado para oír y reconocer al Señor cuando hable.
5. ESCUCHA PALABRAS EN TU CORAZÓN. La profecía viene primero escuchando las palabras del Señor en el corazón y, entonces, en fe, se comparten las palabras bajo la unción. Estas pueden venir a nosotros de distinta forma:
- Profecía en canción.
- Profecía por medio de una visión.
- Todas las palabras del mensaje reveladas de una vez.
- Unas pocas palabras y según las dices, seguirá el resto.
- Una sensación de lo que el Señor quiere que digamos y según nos sometemos siguen las palabras del mensaje.
- Una sola palabra como “alabanza” y según nos sometemos, seguirán las palabras igualmente.



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